Me envenes con tu besos
con tus cantos de sirena,
me envuelves en tus sueños
tejiendo embrujos
que me atan a tu cama.
Siento tus caricias en la piel,
el deseo candente de tu cuerpo,
perverso, decante, ardiente...
Susurras en mi mente
entre la penumbra como el brujo
del destino que miente
diciendo que no hay mañana.
Te hundes una vez más
en mis abismos
y nos precipitas a ambos
a un mar de fuego y destellos.
Lanzas las cartas
y sólo queda despertar
y que tus labios vuelvan
a tatuar mis tinieblas.
Destino y veneno,
deseo y piel
carne y alma.
Ya ambos nos condenamos
el día que nos encontramos.
Nikta