Viendo las horas pasar
siento el frío sobre mis huesos,
el silencio me envuelve
como el abrazo de un amante.
Veo el suave velo que forma la bruma
y todo parece suspendido en un hálito,
muerto, vacío, eterno...
No hay rayos de sol,
ni palabras cálidas,
ya no hay más que el grabado
de esa marmórea lapida
donde descansa mi níveo cuerpo.
Olvidado, perdido...
al amparo de los elementos,
bajo este viejo árbol sin hojas,
retorcido y ennegrecido
como esta tierra baldía.
Los cuervos mi única compañía,
fieles a los lazos de la sangre,
que ellos no olvidan la traición de tu alma
y esperan el momento
de alzar el vuelo en pos de tus extrañas
corrompidas con el veneno de tus actos.
Y entonces, yo me levantaré,
abandonaré mi tumba en este lugar
donde tú me abandonaste
y resurgiré de la tierra amarada de tu vida.
Hoy, espero...
A que tu hora se aproxime.
Nikta
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