Empiezo a revivir con tus caricias,
con los besos que vas dando
trazando un sendero de fuego
en mi piel que recorres sin prisa.
Para ti ya no existe el tiempo,
sólo las curvas que resigues
hasta fundirte en mi cuerpo
como dos olas mecidas por el mar
a merced de las embestidas del viento
que es tu ser en el mío.
Es con tu aliento que respiro,
con tu calor que vibro
prendiendo las estrellas de tus ojos,
nada más hay que tus labios,
del va y ven de tu fortaleza
recordándome que ante ti
soy la fragilidad de la eternidad.
Caemos, si caemos...
en las redes del placer,
del oscuro e incontrolado deseo,
lujuria de miel, de tu sabor,
del pecado del roce de esos dedos salvajes,
inclementes que atormentan mi ser
hasta que sólo queda la música
de nuestras respiraciones.
Nikta
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