Aveces, cuando te sientes perdida,
alzas los ojos al cielo y te preguntas ¿por qué?
Buscas la respuesta a esa desazón que te correo por dentro,
que te carcome cada día un poco más
sin obtener contestación alguna.
Y empiezas sentir el dolor de sentir el veneno
que te inunda,
el ver que aveces empiezas a sentir
que otros obtienen lo que ansias,
¿Puede que no sirvas, puede que ese no sea tu destino?
Te dices para convencerte, para no sentirte peor
con esos malos sentimientos que no quieres tener
pese a que también te alegren los triunfos ajenos.
Es sólo que unos tienen estrella, otros suerte...
otros directamente por mucho que lo intenten
se estrellan pero se levantan y siguen intentándolo.
Puedes gustar o no, tener o no talento
pero todo dependerá de que lado caiga la moneda y de tu actitud.
Algunos parecemos condenados a ser de andar por casa y poco valorados...
pero si una misma no empieza por creer en ella misma
¿Qué espera recibir o encontrar de los demás?
Desesperar, contener el llanto...
Gritar, tirar la toalla y volverla a recoger,
es como una intensa e interminable batalla con tu yo,
con la pluma, la mente y la razón.
¿Pero que hacer cuando todo parece darte la espalda?
Luchar, siempre luchar contra corriente,
sin esperar recompensa alguna,
sólo por el gusto y satisfacción de lo que a ti
te hace sentir lo que hacer,
sentirte bien y agusto con tus actos y hechos.
No lamentarse y perseverar pero almenos,
sentirse plena con lo que fluye de tu ser.
Nikta
No hay comentarios:
Publicar un comentario