Onisa aparecía cada día al caer el alba
entre el jardín de los sueños
peinando su larga melena con cepillo de plata,
tocaban con suavidad los últimos rayos de luz
su delicada piel arrancándole destellos
a su pálida piel de porcelana.
Sus labios dos rubíes dejan escapar un suspiro
y los bajos de su vestido rozan el suelo
levantando girones de polvo de hada,
todos duermen tras los muros de sus dominios
y ella vuelve a adentrarse en el laberinto
buscando lo que perdió
no recuerda que podía ser
pero siente el vacio en su pecho
como un dolor lacerante que hace desbordar sus ojos.
Gira y gira entre pasillos verdes,
se pierde sin remedio y su cabeza se desorienta,
nadie escucha su voz,
y llega el alba y los rayos acarician sus dedos
que temblorosos se alargan para sentir su cálido tácto
su piel gélida se endurece tendida en el suelo,
sus ojos se cierran una vez más
y te espera un día más
danzando entre el país de los sueños
de donde no puede salir
presa del amor que se llevo su alma eterna.
Nikta
16/08/2010
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