Tierra de faraones que majestuosa, custodiaba sus más profundos secretos bajo llave lejos de ojos indiscretos. Preciados tesoros yacían aún olvidados entre sus entrañas al igual que sus leyendas como dunas que se esparcen al viento cambiando de forma caprichosa y constantemente implacable como el paso del tiempo. Ojalá su hermano estuviese allí juntoa ella, siempre había deseado verla. Su fuerte olor inundaba el cálido aire, quizás después pudiera viajar hacía la especida y mística India pero ahora... tan sólo quería dejarse atrapar por aquella ciudad de despertaba, de cada uno de sus rincones, ahora no había ni trabajo, ni contrato sni nada... sólo ella y la ciudad, Quizás buscaba algo qu enunca podría encontrar, lo que el corazón anhelaba. Por muchos conflictos y problemas que hubieran no estaba dispuesta a volverse atrás, no le importaba si llegaba a ocurrirle algo en aquel lejano paraje. El sol brillaba salvaje en lo alto reforzando el color dorado de la arena, quería abarcarlo todo, la ciudad de elCairo pronto se le quedaría pequeña.
Su rojo y ondulado cabello recogido en una cola baja se pegaba a su piel fina como la mejor seda. Con paso decidido cruzó el variopinto mercado sin saber dónde mirar, las tierras de oriente siempre les hab
ían fascinado. A lo largo de una serie de enrevesados callejones, al final, le pareció ver una escalinata que llevaba a la parte más alta de la ciudad desde donde, si apuraba mucho la vista, se podían apreciar la ssinuosas siluetas de las pirámides. A ambos lados de la imponente construcción vio una sperfectas esfinges de almendrados ojos que rememoraban el imperio que había sido, sin embargo su mirada seguía ahí, dejando presente la huella de sus vestigios como si la miraran directamente por su fascinación. Uno de los vendedores la sacó de su ensimismamiento intentando que la hermosa extranjera de verdosos ojos le comprase algo y tras él apareció apareció la brillante silueta que vio una noche de sueño en Bangkok, esta refulgió y desapareció de nuevo como una satira sombra envuelta en los brazos del misterio. Nopodía creer lo que veían sus ojos pero decidió no darle demasiada importancia, quizás fuera el calor o el cansancio que
ella no reconocía. Solamente quería acallar sus deseos, todo lo extraño que agitaba su interior, ocultarlos en un abismo, sedar aquel mágico elixir que recorría sus venas. Suspiró y buscó ocmo llegar desde allí a su hotel sin ninguna prisa, aunque sólo fuese para refrescarse iría un momento sino se le pegaba el bolígrafo al diario que siempre llevaba. tenía que aporvechar al máximo esos dos días de descanso antes de ponerse manos a la obra que por eso estaba allí. Se detuvo frente a uan de las paradas contemplando unas apetitosas manzanas que pare´cian estar diciendo prueba mi jugosa carne, no hay otra igual, soy para ti la miel, el agua que serena tu sed y sonrió comprando unas pocas. Saco el diario del bolsillo y empezó a escribir.Nikta
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