Frente a él se alzaba un paisaje desolado, gris, deprimente, de hierros retorcidos y metales medio caídos, avanzo entre edificios ruinosos de donde goteaba un agua turbia, giro quedando frente a un oscuro callejón, el cielo encapotado le daba un toque aún más miserable, ni siquiera la lluvia había logrado arrastrar con ella el olor a restos e inmundicia humana, su bota se hundió en un charco salpicando alrededor. Alzó la vista y vio chisporrotear la electricidad del neón que parpadeaba con letras f fucsias el nombre del club, La Morada. El antro ocupaba la pared final del callejón, había restos de carteles arrancados y un cubo de basura medio quemado a un lado, la puerta de titanio negra estaba cerrada, recorto la distancia que lo separaba de esta y pico. Una mirilla rectangular se abrió dio el santo y seña y la pesada puerta se abrió tras el crujir de los cerrojos, apenas vislumbro al portero entre las sobras del recibidor donde lo esperaban unas empinadas y estrechas escaleras que bajan al fondo de la tierra. Fue bajando y sacudió de su chaqueta una gota de agua que se escurría por una de las miles de raíces que recorrían retorcidas la podría tierra que cubría su cabeza, un ciempiés paso raudo metiéndose en un agujero. Se subió el cuello de la chaqueta y continuo con su descenso, al final del pasadizo podía ver como se filtraba una luz azulada, soltó un bufido y entro en la sala semivacía, alrededor de una pista central se repartían varías mesas con butacas, a la izquierda una pista donde varias mujeres bailaban semidesnudas alrededor de una barras y al fondo ocupando buena parte de la pared estaba la barra. El olor era igual de acre y rancio disimulado con desinfectante floral y alcohol. Se acerco hasta la barra y dejo unos billetes sobre la pulida superficie negra transparente como un cristal y puso la mano encima cuando unos dedos iban a coger el dinero. Alzó la vista y espero a que el camarero, un hombre delgado y pálido le hizo una seña, asintió y aparto la mano para el barman pudiese recoger el pago discretamente. Una vez puesto a buen recaudo la ganancia dentro de su armilla puso un posavasos en la barra y le sirvió un vaso con hielo y un liquido dorado, el otro cerró la mano alrededor y se llevo el borde a los labios; tras el oler el contenido dejo caer el liquido en su garganta depositando nuevamente el vaso en la superficie de la barra. Miro discretamente el posavasos que tenía en un bolsillo y miro el contorneo de las mujeres haciendo que el olor a sudor de llegara levemente.
El camarero le hizo un gesto y tras echar una última ojeada a las chicas lo siguió, justo a un lado detrás de la barra se abrió una puerta que se abrió cuando el otro movió una botella y entró tras el barman que echo una ojeada al local antes de desaparecer. Desde luego ese era el sitio perfecto para encontrar lo que buscaba. Torció por unos estrellos pasillos igual de lúgubres y oscuros hasta llegar a una cámara más amchas, con puertas y escaparates a ambos lados, al final del pasillo podía entreverse una sala oval. El camarero retiro la mirilla de una puerta y lo invito a mirar luego lo dejo allí a solas.
El hombre aproximo los ojos y ajusto la visión a la luz que había detrás de la puerta y contemplo la escena que se describía dentro.
Nikta
El camarero le hizo un gesto y tras echar una última ojeada a las chicas lo siguió, justo a un lado detrás de la barra se abrió una puerta que se abrió cuando el otro movió una botella y entró tras el barman que echo una ojeada al local antes de desaparecer. Desde luego ese era el sitio perfecto para encontrar lo que buscaba. Torció por unos estrellos pasillos igual de lúgubres y oscuros hasta llegar a una cámara más amchas, con puertas y escaparates a ambos lados, al final del pasillo podía entreverse una sala oval. El camarero retiro la mirilla de una puerta y lo invito a mirar luego lo dejo allí a solas.
El hombre aproximo los ojos y ajusto la visión a la luz que había detrás de la puerta y contemplo la escena que se describía dentro.
Nikta
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