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31 de agosto de 2009

Castillos

Antiguos muros de piedra...

Vestigios del pasado. Callados vigías, espectadores del paso inexorable del tiempo son los castillos.

Construcciones magnificas, bellas, enigmáticas y hasta terroríficas que pueblan mis sueños como si de una princesa atrapada fuese.
Castillos, edificios de cuentos, películas y miles de obras ¿A quién no le fascinan sus regias sombras?

Castillos de defensa, de tinieblas, de príncipes y princesas encantados, infantiles, inexpugnables. Son a ellos a estos señores de las piedras a quién voy a dedicar un pequeño apartado.

Me fascinan sus edificaciones, como se alzan imponentes en los picos como recuerdos de otra era, otra época de guerras, reyes, caballeros y damas. Edificios tan mágicos como lúgubres, inspiradores de mil y una fantasía.

El Castillo de Carcassona


La Ciudad Medieval de Carcassonne, reconocida como Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO en el año 1997, cuenta con 52 torres y 2 fortificaciones concéntricas que totalizan 3 kilómetros de murallas, creando una fortaleza medieval única en Europa por su magnitud y belleza, que la convierte en la verdadera joya de la región de Langedoc-roussillon.

Carcasona es mezcla de culturas. Quien se atreva a perderse entre sus calles adoquinadas, bastiones, paredes y torres, respirar el aire de hace quinientos años o imaginar un sinfín de batallas, se verá envuelto por una atmósfera sin igual que te invade apenas has pasado por el puente levadizo.

Las dos Carcasona

Durante el siglo XIII, Carcassonne se convierte en escenario del combate llevado a cabo en las cruzadas contra los herejes. Tras la destrucción provocada durante los combates en el pueblo situado alrededor de la ciudad, San Louis autoriza a los habitantes la construcción de la “Bastide”en el lado izquierdo del río Aude, Bastilla que, hoy en día, sigue conservando la huella de las calles en moldura y el conjunto rodeado de murallas, que nos traslada a un increíble universo medieval, un viaje en el tiempo a través de más de 20 siglos de historia.

En la ciudad de Carcassonne podremos descubrir partes totalmente diferenciadas, dos identidades únicas. Al oeste de la corriente del río Aude, se levanta la Cité, la vieja ciudad romana y medieval, ceñida por unas murallas tan bellas como espectaculares.

Del otro lado del río, encontramos la villa, la ciudad más nueva, de origen medieval y traza rectilínea, creada posteriormente para dar cabida al crecimiento de la población.

El recinto que da cabida a la Ciudad Medieval de Carcassonne está cerrado por una doble muralla con 52 torres. Al oeste se alza el Castillo Condal del siglo XII, cuyo recinto está defendido por una torre de planta cuadrada y ocho semicirculares: la Torre del Tesoro. La torre fue construida en tiempos de Felipe el Intrépido, y está considerada una de las más hermosas de la ciudad.

Al Este, entre dos torres almenadas, se alza la Puerta de Narbona. Sobre el arco de la puerta nace un nicho con una imagen gótica de la Virgen María realizada en el siglo XIII, que da la bienvenida a los visitantes. Durante la Revolución la imagen fue decapitada, y posteriormente reconstruida, y la leyenda cuenta que el soldado que cometió el asalto murió entre grandes sufrimientos…

Si continuamos sumergiéndonos en el fascinante universo medieval que envuelve a la ciudad de Carcassonne, descubrimos la Iglesia o Basílica de San Nazario, un edificio románico de los siglos X al XII que fue completado en el siglo XIV con una cabecera gótica. Su rosetón y las vidrieras están considerados los más importantes del sur de Francia. También destacan las tumbas del obispo Pierre de Rochefort y de Simón de Monfort, así como la piedra que mató a éste en el sitio de Tolousse.

El castillo y la muralla interior no están abiertos al público pero tienen organizadas visitas guiadas. Estos recorridos abarcan las defensas interiores, determinadas partes del Castillo, las fortificaciones Galo-romanas, y diversos museos sobre historia medieval, y el catarismo.

Aires de fiesta
El 14 de julio, la Cité de Carcassonne se viste de sus más bellos colores con un espectáculo pirotécnico único en el mundo que maravilla cada año durante una noche a más de 500.000 visitantes. A través de la magia de los fuegos artificiales de la Cité, el alma de los guerreros se despierta y la historia resurge...

Pero esto no es todo lo que la Cité puede ofrecerte. Durante el mes de julio “La Cité” nos invita a compartir su tiempo con artistas del mundo entero en El Festival de la Cité. El mes de agosto, hace soñar a grandes y pequeños con sus espectáculos medievales y durante la última semana además, un ambiente español recorrerá las calles de Carcassonne: corridas de toros, sevillanas… Y en septiembre, el verano se despide con la cita en el Canal du Midi, donde las batallas de embarcaciones serán algo verdaderamente inolvidable. El año es largo y las sorpresas son muchas…

Enlace: http://www.revistaviajar.es/Especiales_Viajar/La-Cite-de-Carcassone-07-2007-42073.html

La explícación de este castillo al igual que la de otros las he tenido que sacar de la web ya que no se donde guarde los folletos de cuando fuí :P Mis disculpas

Castillo de Loarre


Aunque con alguna reticencia, los historiadores de la España romana admiten que Loarre es la Calagurris Fibulariensis, cuyos habitantes, siguiendo el ejemplo de los oscenses, ofrecieron a Julio César su amistad y una sustanciosa ayuda en trigo y hombres para luchar contra los pompeyanos del general Afranio, los cuales fueron vencidos en la batalla de Lérida, el 2 de agosto del año 49 antes de Cristo.

Se supone también que la Galagurris-Loarre (distinta de la Calagurris Nassica, que es Calahorra de Rioja) era la residencia del obispo Jenaro que, con el título de Fibularia, asistió al concilio de Elvira en los primeros años del siglo IV.

El hallazgo de monedas romanas y aún ibéricas en las cercanías del castillo demuestra la posibilidad de una población loarresa muy anterior a la alta Edad Media.

Ninguna noticia se ha conservado de Loarre durante la dominación musulmana. En las obras de restauración de la portada del castillo, al derribar la hospedería del siglo XVIII que la ocultaba, se encontró una pequeña ventana de piedra con doble arco de herradura, mainel y alfiz, correspondiente al estilo de las iglesias mozárabes de la cuenca del Gállego (Lárrede, Busa, Gavín). Está claro que el indicio es pequeñísimo, pero podría hacer sospechar si, en los siglos IX y X, Loarre sería una población cristiana (mozárabe) sujeta al castellán moro de Bolea, la más importante plaza musulmana de la Sotonera, comarca plenamente islamizada. Y bien pudiera ser que el enclave cristiano de Loarre explicase la razón de su conquista por Sancho el Mayor de Navarra dentro del quinquenio 1016-1020: este célebre rey, después de liberar el condado de Aragón (desde Ansó).


Castillo De Butron


Situación

El castillo de Butrón se alza sobre un monte de poca altura que se encuentra en medio de un compacto bosque de robles en el término municipal de Gatika, a 20 kilómetros de Bilbao, provincia de Vizcaya, rodeado de poblaciones que distan poco entre sí, como Plencia, Arminca o Algorta.

Historia

La historia de este castillo, que parece sacado de un cuento de hadas, se remonta al siglo XI, fecha en la que se construyó una torre típicamente medieval sobre la antigua casa de los Butrón, fundada por el Capitán Gamíniz en el siglo VIII en la Anteiglesia de Gatika, sobre el peñascal de Ganzorri o Gantzurritz.

En el siglo XIV la torre primitiva fue transformada en un castillo inexpugnable. Sobre sus muros flotó siempre el temido pendón de los Butrones, cabezas del bando Oñacino, los caudillos más famosos de la comarca y los más fuertes y pendencieros banderizos del País.

El castillo de Muñatones, que mandó construir sobre la antigua torre en Somorrostro el cronista Lope García de Salazar, en atención a su mujer doña Juana de Butrón y Mújica, que era hija del sexto señor de Butrón, se construyo tomando como modelo el de Butrón.

Su evolución viene seguida de toda una serie de leyendas que, unidas a la realidad, tienen como protagonistas las luchas entre dos familias de nobles, los Gamboinos, que eran los dueños del castillo, y los Oñacinos. La pelea se saldó con varios muertos. Con los Reyes Católicos, estas construcciones se convirtieron en las residencias habituales de los nobles, así, en el siglo XV, apareció la figura histórica de Enrique IV quien convirtió estos edificios en residencias habituales.

En el siglo XIX su primitiva forma medieval fue alterada. El Marqués de Torrecilla, don Narciso de Salabert y Pinedo, último propietario de las ruinas de Butrón, con las rentas que le producían los caseríos que poseía en Bizkaia, mandó reconstruir el castillo con un estilo exótico, similar a los que en Baviera levantó el romántico y desgraciado rey Luis de Baviera. El castillo fue planeado por el Marqués de Cubas, inspirado en formas góticas, nórdicas y fantásticas, inventándose almenas, cubos y ventanas. El maestro de obras fue don Nicomedes de Eguiluz y de la decoración escultórica se encargo Adolfo de Areizaga. La lenta reconstrucción, limitada a los requeridos ingresos de las rentas, comenzó en el siglo XIX y terminó a principios del siglo XX, en tiempos de don Andrés Avelino de Salabert y Arteaga, Marqués de Torrecilla. Después de éste, el castillo pasó a los Duques de Medinacelli y luego a la Duquesa de Cardona.

Descripción

El castillo de Butrón constituye uno de los edificios-fortalezas más destacados de Vizcaya. La impresionante visión de este edificio elevándose hacia el cielo le otorga un aspecto impactante. Toda la obra es de grandísima solidez como así lo demuestran sus muros de 13 pies de espesor. Destacan dos cubos circulares de gran grosor y con multitud de vanos. La torre del Homenaje, los chapiteles y los garitones aportan al edificio un matiz decorativo. La torre del homenaje data del siglo XIX, y se eleva por encima de todo el edificio.

Con la reconstrucción realizada en el siglo XIX, el castillo se convirtió en un apiñado conglomerado de cubos y torrecillas que se alza en medio de un frondoso parque. De las antiguas ruinas sólo se conservó la planta baja de uno de los torreones.

Materiales

El castillo es una preciosa construcción realizada en piedra labrada y trabajada. Gracias al color de su piedra, se aprecia de forma clara la parte más antigua. El esfuerzo artístico se manifiesta en sus detalles decorativos que dotan al conjunto de una enorme belleza.

Protección

Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.

Alrededores

El castillo se encuentra rodeado por un amplio parque con especies botánicas, lo que le da un aspecto paradisíaco. Está enmarcado en un bosque de robles junto a un pequeño río que va a desembocar a Plencia. Todo esto, unido a su forma propia que recuerda a los palacios centroeuropeos, le otorga un aspecto de palacio sacado de un cuento.

Castillo de Olite


Durante el reinado de Sancho VII "el Fuerte" (finales del s.XII, inicios del s.XIII) se construyó en Olite un primer castillo defensivo, sobre un núcleo de época romana. Posteriormente, este fue mejorándose bajo el reinado de sus sucesores Teobaldo I y Teobaldo II, de la casa de Champagne. Este primer recinto es conocido como Palacio Viejo o Palacio de los Teobaldos, y es donde se ubica el Parador Nacional. En su disposición interna actual no queda ningún vestigio de aquella época. Los reyes de Navarra solían acudir a él de manera esporádica, al igual que a las otras residencias repartidas por el viejo reino. Cada monarca tenía preferencias por determinadas mansiones, pero ninguna podía considerarse como su residencia fija. Este carácter "nómada" comenzó a desaparecer con Carlos II "el Malo" (segunda mitad del s.XIV) cuando, una vez fracasados sus intentos por hacerse con la corona de Francia (1360), decidió centrarse en el gobierno de su reino, siempre en continua alerta ante los constantes ataques de castellanos y aragoneses. Se sabe también que durante esta época, existían dos palacios menores contiguos, uno de los cuales correspondía al Infante Luis, hermano y lugarteniente de Carlos II.

Las obras de ampliación que dieron lugar al recinto que hoy conocemos, se realizaron durante el reinado de Carlos III "el Noble", de la casa de los Evreux. Aunque nacido en Francia, la mayor parte de su juventud la pasó en Olite, lo que explica su predilección por esta villa. Durante sus primeros años de reinado se vio obligado a resolver la compleja herencia política de su padre, pero una vez hecho esto, pudo desarrollar una vida cortesana plena y llena de esplendor, propio de un reinado estable. Los primeros trabajos fueron obras de reparación: tejados, pintura, etc.. El siguiente paso consistió en resolver el problema de la falta de espacio. Así, en 1388 se compraron una serie de casas y solares para hacer una plaza (Plaza de los Teobaldos) que ofreciera delante del palacio un acceso mas amplio y digno. Se trataba todavía del Palacio Viejo. Posteriormente, se decidió la ampliación del palacio con nuevas construcciones. Durante esta época se produjo un hecho que influyó decisivamente en la posterior evolución de las obras. Y es que, al poco de casarse el rey Carlos III con Leonor de Trastámara, esta lo abandonó regresando a su tierra natal, Castilla. Todos los intentos por hacerla regresar fueron en vano. Independientemente de las más que seguras connotaciones políticas de esta actitud, la reina Leonor argumentaba su negativa a regresar con su marido, manifestando que en Navarra disponía de escasos recursos económicos, y que además sentía peligrar su vida. Así pues, sólo cuando el rey Carlos ofreció las garantías suficientes al hermano de esta, el rey Juan I de Castilla, de que las peticiones de Leonor serían atendidas, esta regresó a Navarra. Esto sucedió en marzo de 1395. El empeño del rey en cumplir sus promesas, se tradujo en un repentino impulso a los trabajos de reforma y mejora del palacio. Es su ánimo estaba el de rodear a su esposa de un ambiente cortesano lo mas acogedor posible. En 1399 se adquieren mas solares por la parte de la Iglesia de Santa María, para edificar nuevas habitaciones para la reina, y en 1400, con el fin de proceder a la ampliación de estas, se vuelven a comprar casas y solares de la judería vecina. La edificación de este Palacio Nuevo la afrontó Carlos III sin ningún esquema premeditado de conjunto, y por tanto, el resultado final se corresponde con una yuxtaposición de nuevas unidades, edificios y jardines.

La primera fase del palacio comprendió las habitaciones para la reina, denominado Palacio de la Reina o Torre Nueva, la capilla real y algunos locales y pasajes menores hacia la parte norte de la iglesia. En una segunda fase, se emprendieron las construcciones del conocido como Palacio del Rey. En él se integraban una Gran Torre, apoyada sobre el muro de cierre de la villa, y la llamada Galería Dorada. Estas obras estaban terminadas para el año 1406. Una pequeña torrecilla junto a la Gran Torre, dos nuevas galerías y el arreglo de los jardines, fueron las obras que se ejecutaron a continuación. Entre los años 1411 y 1414 se completó la edificación de las torres exteriores del palacio: la Ochavada, la Joyosa Guarda, la del Portal de Fenedo y la de los Cuatro Vientos. El conjunto estaba prácticamente terminado y su fisonomía era casi definitiva. Sólo faltaban algunas estancias menores, que se construyeron de acuerdo a las nuevas exigencias o al ritmo de las oportunas reparaciones. Las últimas renovaciones de importancia se realizaron a finales del s.XV a cargo de Catalina de Foix y Juan III de Albret. Y ya por último, habiendo dejado de ser Navarra un reino independiente, el marqués de Almazán introdujo hacia el año 1584, algunos cambios, como la portada de entrada al Palacio Viejo coronada por un blasón que hace referencia a Felipe II.











Castillo de Belmonte

Situación

El castillo de Belmonte se eleva en el cerro de San Cristobal, a las afueras de la localidad de Belmonte, al suroeste de la provincia de Cuenca, distando bastante de su capital, y no muy alejada de la línea fronteriza con la provincia vecina de Toledo.

Historia

El origen del castillo de Belmonte data del siglo XII, aunque el castillo actual data del siglo XV, iniciándose su construcción comenzó en 1456. Con la guerra por el trono, será plaza dominada por Felipe V el Animoso.

Desde su construcción, y por línea directa, el castillo de Belmonte ha pertenecido siempre a la misma familia, siendo una de sus propietarias (siglo XIX) doña Eugenia de Montijo, Condesa de Teba (hija del Conde de Montijo), que se convirtió en emperatriz de Francia por su boda con el emperador Napoleón III. Esta etapa dejó su impronta en la fortaleza, pues la condesa mandó realizar una serie de reformas, con un claro matiz francés.

En el año 1936, durante la Guerra Civil, se convertiría en cuartel y cárcel. Aquí se inició su destrucción.

Descripción

El recinto tiene una planta atípica: dos estructuras rectangulares con torres en sus ángulos exteriores y una tercera estructura cuadrangular (la torre del Homenaje) con otras dos torres a los lados, que conforman el patio de armas en el interior de la composición, toda ella rodeada por una muralla. La puerta de entrada al edificio está enmarcada por dos torres cilíndricas, y toda la estructura está rematada con almenas y matacanes.

La torre del Homenaje se encuentra desmochada. El resto remata en una cornisa con matacanes. Aparecen algunos vanos o saeteras, pero en general no proliferan mucho a lo largo del edificio.

Cabe destacar la muralla en forma zig-zag, sorteando los ángulos que le impidan mayor visibilidad. También destacan las techumbres de estilo mudéjar y las yeserías con proliferación de elementos góticos decorando las escasas ventanas, de las que dispone el edificio. El escudo de los Pacheco es otro de los elementos dignos de mención.

Materiales

El material utilizado para esta impresionante obra constructiva es la piedra. Se trabaja con sillarejo, es decir, con piedra rusticamente labrada. En el interior nos encontramos con la utilización de madera para la realización de sus techos que se extiende por varias dependencias.

Estado de conservación

Durante la Guerra Civil española (1936-1939) el castillo sirvió de cuartel de la guardia civil y cárcel. En ese tiempo sufrió grandes destrozos, quedando practicamente arruinado.

Tras haber firmado la Casa Ducal de Peñaranda - Montijo un convenio con la administración local, se comenzó la obra de rehabilitación del edificio en 2008, prevista la finalización de su Fase I para otoño de 2009. Esta fase contempla la total rehabilitación del interior del castillo, consolidando su estructura y recuperando todos sus artesonados y elementos arquitectónicos. El interior del castillo quedará en perfecto estado de uso. Posteriormente, se procederá a restaurar el exterior del mismo.

Propiedad y uso

En la actualidad, el castillo pertenece a la Casa Ducal de Peñaranda - Montijo, formada por el Duque de Peñaranda (y Conde de Montijo) y sus 3 hermanos, por línea directa.

Protección

En el año 1931 fue declarado Monumento Histórico. Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.

Alrededores

Más información sobre moumentos de todo tipo en la provincia de Cuenca en www.monumentalnet.org

Castillo de Coca

Breve introducción a la historia de este castillo:

En el año 1453, don Alonso de Fonseca, Arzobispo de Sevilla, recibió el permiso del rey don Juan II de Castilla, para la construcción de este castillo. Entre los años 1464 y 1473 se llevó a cabo su ejecución por el maestro alarife Alí Caro, a instancias del tercer señor de Coca Don Alonso de Fonseca, sobrino del Arzobispo. Comenzando así mismo la construcción del cuerpo central de la fortificación de planta cuadrangular y patio de estilo mudéjar, flanqueada por la Torre del Homenaje.
De los Fonseca el castillo pasó a la Casa de Alba, y en 1928 la Dirección General de Bellas Artes lo declaró Monumento Histórico Nacional, formando parte también del Tesoro Artístico Español. En 1954 pasó al Ministerio de Agricultura, cedido por los propietarios, para que se instalara en ese lugar una Escuela de Capacitación Forestal que sigue funcionando en la actualidad, siendo muy demandada por los alumnos de toda España.

El castillo de Coca es considerado como una de las más hermosas muestras del arte gótico-mudéjar español. Su construcción asombra y enamora a quienes lo ven por primera vez, pues expresa en cada una de sus formas realizadas con el ladrillo, un conjunto arquitectónico original e imaginativo como pocos. Destaca la belleza singular de sus salas, en las cuales se ven representados hermosos motivos geométricos mudéjares realizados con estucos y
pinturas, aportándonos así mismo un legado único e irrepetible. Otra particularidad radica en no haber sido construido sobre un cerro como suele suceder con fortalezas de este tipo, su sistema defensivo aprovecha los escarpes del terreno, el cual sirve de asiento a este castillo, que se alza sobre un ancho y profundo foso. Una romántica historia de amor fue protagonizada por el marqués de Cenete, hijo del gran cardenal Mendoza, éste terminó escaldado por el aceite lanzado desde las almenas cuando pretendía a una dama de los Fonseca.

Enlace: http://www.castillodecoca.com/


El Alcazar de Segovia


La situación del Alcázar de Segovia, sobre una roca labrada por los ríos Eresma y Clamores, indica el origen militar de esta fortaleza durante siglos inexpugnable.

El testimonio más antiguo de la existencia del Alcázar de Segovia es un documento de principios del siglo XII, fechado en 1122, poco después de la reconquista de la ciudad por Alfonso VI, que menciona la fortaleza como un castro sobre el Eresma. En una carta algo posterior (1155) ya se le da el nombre de Alcázar. No obstante, es muy probable que la fortificación existiese en tiempos más remotos, quizá desde la dominación romana, pues en recientes excavaciones se ha encontrado sillares de granito análogos a los del Acueducto. En la Edad Media, el Alcázar, tanto por la belleza de su situación y su indiscutible seguridad militar, como por la proximidad a famosos cazaderos en los bosques serranos, se convirtió en una de las residencias favoritas de los Reyes de Castilla.

No se han encontrado vestigios arquitectónicos notables de este Palacio Real anteriores a la época de Alfonso VIII "el de Las Navas", aproximadamente a finales del siglo XII y principios del siglo XIII. Sin embargo, lo cierto es que se consolida el proceso que de forma progresiva va convirtiendo la fortaleza en residencia cortesana. La reforma se hizo cuando se iniciaba la transición del románico al gótico, con la sobriedad elegante del estilo del Císter. Sin duda pertenece a este tiempo la gran grujía del lado norte, compuesta por una gran estancia, flanqueada en los extremos por gabinetes, al estilo oriental, llamada "sala del Palacio Mayor". Al mismo impulso constructivo, que constituye el núcleo del Alcázar, corresponde la gran torre del poniente, llamada "Del Homenaje", con su estancia cubierta de cañón apuntado, que sirvió de sala de armas, y sus ventanales germinados. A pesar del tono cisterciense de estas construcciones, lo morisco aparece en la decoración pictórica, con zócalos de lacerías pintadas de rojo sobre el fondo claro del estuco.

Alfonso X El Sabio demostró hacia Segovia una extrema predilección e hizo del Alcázar una de sus residencias favoritas, hasta los últimos años de su vida, en los que celebró Cortes en esta ciudad que le había permanecido fiel.

En el siglo XIV, Segovia fue testigo de combates entre bandos nobiliarios a los que no fue ajeno el Alcázar, obligando el nuevo empleo de la artillería a reforzar sus murallas y ampliar su sistema defensivo.

Los reyes de la dinastía de Trastámara aprovecharon la nueva crujía, construida paralelamente a la primitiva, para convertirla en un suntuoso conjunto de salones al estilo de los alcázares andaluces. La decoración gótico- mudéjar de estas salas se inicia con la reina Catalina de Lancaster, regente de su hijo Juan II. Durante el reinado de este último tuvieron lugar en el Alcázar las grandes fiestas cortesanas evocadas por Jorge Manrique en sus célebres "Coplas.

Enrique IV, tan amante de Segovia, continuó embelleciéndolo y en su reinado debió terminarse la gran torre que lleva el nombre de su padre. Fue el Alcázar fortaleza clave para el dominio de Castilla y de él salió Isabel la Católica para ser proclamada reina en la Plaza Mayor. También tuvo importancia este castillo en las luchas civiles de todas las épocas sucesivas, desde el reinado de Juana la Loca y la Guerra de las comunidades hasta la Guerra de Sucesión en el siglo XVIII y las guerras Carlista en el XIX.

Los reyes de la Casa de Austria lo visitaron frecuentemente y Felipe II celebró en él la boda de velaciones con su cuarta esposa, Ana de Austria. Este rey realizó importantes obras en el Alcázar, como el patio herreriano o cubrir las techumbres con agudos chapiteles de pizarra al estilo de los castillos centroeuropeos.

Más tarde comienza a utilizarse la fortaleza como prisión de Estado, donde estuvieron confinados importantes personajes. Así permaneció hasta que en 1762 Carlos III fundó en Segovia el Real Colegio de Artillería, cuyo primer Director fue el conde Félix Gazola, quedando instalado en el Alcázar en 1764. Este centro permaneció aquí, con leves paréntesis hasta el 6 de mazo de 1862, día en el que un incendio destruyó las techumbres. A partir de esta fecha el Colegio, luego la Academia de Artillería, pasó al Convento de San Francisco de Segovia, El Alcázar fue restaurado, en 1898 se instaló en la primera plante del edificio el Archivo General Militar y en 1953 se creó el Patronato del Alcázar de Segovia, responsable del actual Museo.











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